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Póster Nuestra Señora de las Lajas
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27,9 cm x 35,6 cm
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Sin borde
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Sobre este diseño
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Póster Nuestra Señora de las Lajas
Fue en el año 1754 cuando una mujer llamada Maria Mueses de Quinones viajaba de su casa en el pueblo de Potosi a la vecina aldea de Ipiales, que estaba a unos 10 km. El camino se había convertido en el desfiladero formado por el río Guaitara cuando María fue atrapada en una repentina pelea. No le gustaba este lugar oscuro y desmesurado, porque, como todos los nativos, creía que la gruta conocida como Las Lajas estaba habitada por el diablo. A pesar de sus temores, María se vio pronto obligada por la violencia de la tormenta a refugiarse allí de todos modos. Haciendo el Rótulo de la Cruz e invocando la ayuda de la Santísima Virgen, María se asomó con miedo a la oscuridad mientras daba sus primeros pasos deteniéndose en la cueva. Rodeada por la terrible oscuridad de la que apenas empezaba a mirar cuando sentía a alguien, o algo, moviéndose directamente detrás de ella. Temerosa de dar la vuelta, ignoró el sentimiento hasta que sintió que un dedo empezaba a golpearla insistentemente en el hombro. Seguro que era el diablo mismo, María huyó a la furiosa tormenta. María tenía una hija pequeña llamada Rosa, una niña que había sido sorda-muda desde su nacimiento. En algún momento, regresando de Ipiales, María llevaba a Rosa de vuelta a su pueblo cuando repentinamente se vio abrumada por el agotamiento. Incapaz de ir más lejos, se sentó y descansó en una gran piedra cerca de la terrible gruta. ¡Mami, mira a la mestiza que se ha separado de la roca con un niño en los brazos y dos mestizos a su lado! Con un grito sofocante María se puso de pie, porque era su pequeña Rosa la que había hablado. Ahora el niño empezaba a arrastrarse alegremente hacia arriba de las piedras que caían hacia la entrada de la gruta. María tomó la mano de sus hijas y levantó al niño de los escombros antes de volverse a huir sin mirar hacia atrás. Los amigos de María, y todos los demás habitantes de su pueblo, sabían que Rosa había estado muda desde su nacimiento, aunque ahora estaba charlando alegremente como cualquier otro niño de su edad. Hubo muchas preguntas, ninguna de las cuales María pudo responder, porque no entendía lo que había pasado ella misma. Aunque María todavía sospechaba de la gruta, traía a su hija Rosa de vez en cuando para dejar flores o velas en acción de gracias. Un día, después de que la vida parecía volver a la normalidad, se dio cuenta de que Rosa había desaparecido. María buscó a su hija por todas partes, pero no pudo encontrar a la niña. Entonces se le ocurrió lo emocionada que se tornaría Rosa cuando visitara la gruta, y al no haber podido encontrarla en ningún otro lugar, se apresuró a hacerlo. María no estaba equivocada. Lo que vio en la gruta le hizo caer de rodillas a su llegada, porque vio a su hija Rosa jugar con un muchacho extraordinariamente apuesto de su propia edad, y vigilarlos a los dos era una reina magnífica. María supo de una vez que era la niña de Cristo y María, su madre más pura. Tal vez María se sintiera indigna de lo que había visto, o no estuviera dispuesta a contestar las muchas preguntas que seguramente se le harían, porque no le hablaba lo que había visto a nadie. Sin embargo, su alegría por lo que había visto era corta, pues la pequeña Rosa pronto se enfermó, y en poco tiempo murió de su repentina enfermedad. Abrumada de pena, María regresó a la gruta llevando en sus brazos el cuerpo sin vida de su pequeña Rosa. Fue allí donde su hijo recibió una vez su voz y su audiencia. Tal vez habría otro milagro y recuperaría su vida. María rezó con confianza por la vida de su hija, recordándole a la Santísima Virgen lo dedicada que estaba Rosa a ella, llevando flores y velas a la gruta en su honor desde que se curó. No pasó mucho antes de que María recibiera aquello por lo que rogaba, mientras Rosa respiraba y abría los ojos para mirar a su madre. Era como si sólo hubiera dormido. La noticia de este nuevo milagro se difundió rápidamente, y muchos de los lugareños se unieron al día siguiente en una procesión con sus sacerdotes para dar gracias en el lugar de la aparición. Cuando llegaron a la gruta, todos quedaron atónitos al ver un retrato brillante del que nadie había visto ni oído hablar antes.
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Reseñas de clientes
4.7 de 5 estrellas13 Reviews totales
13 opiniones
Reseñas de productos similares
5 de 5 estrellas
Por T.24 de marzo de 2021 • Compra verificada
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Muy buena calidad. Todo como esperábamos. Muy bien mejor de lo que pensaba
5 de 5 estrellas
Por J.13 de octubre de 2017 • Compra verificada
Print, Tamaño: 12,70cm x 17,78cm, Soporte: Sin marco, Media: Papel para póster económico (semibrillante), Borde: Sin borde,
Programa de reseñadores de Zazzle
Me parece super bonito y original, me encanta como queda! Ha quedado perfecta tal y como se ve en la web.
5 de 5 estrellas
Por Victor G.26 de enero de 2023 • Compra verificada
Print, Tamaño: 40,64cm x 30,48cm, Soporte: Sin marco, Media: Papel para póster económico (semibrillante), Borde: Sin borde,
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Es un producto de lujo para ponerlo en la sala. La impresión ha quedado genial
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Información adicional
Número del producto: 228614046795209432
Creado el: 10/8/2020 11:07
Clasificación: G
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