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La geometría sagrada se encuentra en todo el universo y se puede ver en todas partes en el mundo natural. Incluso nuestros propios cuerpos están hechos de esta ecuación matemática, comúnmente conocida como la secuencia Fibonacci, que conecta todas las cosas vivas en el universo. El crecimiento de las plantas se rige por la secuencia Fibonacci, lo que proporciona un excelente ejemplo del orden que unifica toda la creación. Se puede encontrar este patrón en girasoles, galaxias, ballestas, y en nuestro propio ADN. La secuencia de Fibonacci revela cómo las cosas crecen, construyen y multiplican según lo que ya existe. Este crecimiento por acumulación se refleja en las ramas de los árboles, en la espiral de flores y en el desarrollo de helechos, entre otros muchos ejemplos. Todos los fenómenos conocidos de este universo, no importa lo grande o pequeño que sea — crecimiento de plantas, proporciones del cuerpo humano, estructura de cristales, puntos en un leopardo, música, etc. — tienen una estructura geométrica específica. Todo en el universo sigue exactamente el mismo patrón geométrico que crea fractales una y otra vez, lo que a su vez crea infinitas posibilidades de luz, color, forma y sonido. La secuencia real de Fibonacci es esta serie de números: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34. Como puede ver, el siguiente número de la secuencia se forma sumando los 2 números anteriores. (0 + 1 = 1, 1 + 1 = 2, 2 + 1 = 3, etc.) Así es como esto se refleja en la naturaleza. En muchas plantas, por ejemplo, una rama o hoja crecerá del tallo a aproximadamente 137,5 grados alrededor de él, en relación con la rama anterior. Así que, después de que una rama crece de la planta, la planta crecerá y luego otra rama crecerá rotando a 137.5 grados en relación a la dirección desde la que creció la primera rama, y así sucesivamente. Es el Fibonacci el que dicta la colocación de las hojas entre un tallo, asegurando que cada hoja tenga el máximo acceso a la lluvia y la luz solar. Cuando se observa la formación de conos de pino, girasoles, piñas y cactus, todos tienen una estructura de doble espiral que permitirá a los elementos más pequeños, como las semillas, empacarse de forma estrecha y eficiente. Si miramos el centro del girasol veremos las semillas alineadas en espirales cruzadas que irradian desde el centro. Se puede contar el número de espirales que giran en cada dirección, y estos serán siempre números Fibonacci. Si miran sus propios dedos, incluso, verán que los segmentos son sólo los dos anteriores agregados; la articulación en su dedo es la longitud de dos de la primera articulación, la tercera es la primera y tercera articulación combinada, y así sucesivamente. ¿Qué tan genial es eso? Vivimos en una época de energía desequilibrada. A lo largo de los siglos sólo la energía masculina estaba dominada y sigue estando dominada. El desequilibrio está afectando al mundo entero y algunos elementos de la energía femenina están sufriendo. La naturaleza está sufriendo mucho, y ahora necesitamos concentrarnos y aumentar la energía femenina para lograr un equilibrio. Todo y todos están conectados desde nuestro ADN, plantas, naturaleza, cosmos, espacio y galaxias lejanas. Un patrón que se repite y es parte de todo nos muestra esa conexión. Se puede encontrar una secuencia fibonacci por todas partes, desde plantas hasta estrellas en galaxias. Esta pintura representa una planta con una secuencia fibonacci perfecta, y muestra un buen equilibrio de energía femenina y masculina. Los bordes agudos representan la energía masculina y la espiral representa la energía femenina, de la que cada pétalo empieza y nace, rodeando todas las demás hojas afiladas, asegurando que cada hoja tenga el máximo acceso a la lluvia y la luz solar. Cada planta en la naturaleza, cada creación de naturaleza nos muestra ese equilibrio de energías, que necesitamos encontrar dentro de nosotros, vivir de él y extenderse al mundo para lograr la larga armonía de energías, por la que este mundo está hambriento. En cada uno de nosotros hay energías de mujeres y hombres, independientemente del género, que necesitamos equilibrar y el mundo puede ser sano, feliz y próspero de nuevo. Todos los cambios comienzan dentro de nosotros.